Quizás hayamos llegado a despreciar la palabra “resiliente” después de una larga serie de tragedias. Pero estemos seguros de una cosa: en Nueva Orleans celebramos la vida y enfrentamos la muerte. Tocamos los hombros de nuestros vecinos y extraños con profunda compasión. Y ayudamos. Haremos cola durante horas para donar sangre para las víctimas. Las cantaremos en la esquina de la calle de la desesperación. Oraremos en el lugar del dolor y seguiremos adelante.

En Nueva Orleans, no nos escondemos ni nos derrumbamos. vivimos Este es nuestro camino, porque como dijo León Tolstoi: “Sentir dolor significa que estás vivo. Sentir el dolor de los demás significa que eres humano”. En Nueva Orleans somos muy personas.

Eliot Kamenitz

Nueva Orleáns

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